Testimonio de Egidio Giussani
11.09.2013 14:34
Nacido en Bovisio el 29 de octubre de 1873, se hizo religioso entre los Concepcionistas en 1895 y murió en Saronno en 1941. Por cinco años frecuentó a Padre Monti.
Así cuenta su primer encuentro: "Cuando llegué a Roma el 11 de enero de 1895 la Comunidad religiosa estaba cenando. Padre Luis me quiso cerca en la mesa mostrándome paterno amorosidad. Tenía entonces 21 años. Me ofreció él mismo de comer. Después de cena me entretuvo en compañía suya, interrogándome sobre el pueblo, sobre mi vocación, narrándome algunas aventuras juveniles suyas en el pueblo.
Luego me dijo: ´Tú eres un hongo nacido después de muchos años de esterilidad`.
´Yo indicaba otros buenos jóvenes del pueblo y él se alegraba mucho por esto. Siguieron en efecto el hermano Pancracio, Sebastián y Teodosio Lavizzari".
Egidio además describe muy bien el clima pueblerino, los ecos de la Compañía de los Frailes entre la gente y las narraciones de algunos protagonistas de aquellos sucesos.
Recordando los muchos jóvenes de Bovisio que siguieron a Padre Monti entre los hijos de María, Egidio afirma que "de Bovisio había 12 o 14 religiosos. Después de la supresión de la casa de Ala la mayor parte volvieron al pueblo. Ellos hablaban con gran admiración del "padre Luis y de su obra". El Hermano Carlos Veronesi, uno de estos, se hizo religioso con nosotros, otros regresaron entre los Hijos de María".
"En el pueblo, antes de entrar en religión y antes todavía de conocer a los frailes y al padre Luis, recuerdo haber oído contar a un cierto César Ronchi que él iba a confesarse y padre Luis lo preparaba pasando revista de los diez mandamientos y explicando como hubiera podido hacerse culpable de trasgresión. Pienso que esto mismo, lo hacía con otros.
Escuchaba hablar seguido a los viejos, en especial en las narraciones vespertinas, de la vida edificante de la Compañía de los Frailes y de las prácticas religiosas. Hablaban con sentido de veneración del gran bien que hacía el padre Luis entre los jóvenes. Decían que se encontraba en Roma, como fraile, que era Superior.
Mi tío narraba que una vez el padre Luis estuvo en vela toda la noche y narraba a un grupo de personas, viejos amigos y parientes, de su experiencia en Roma y de las obras de la Congregación.
Otro hombre, Ángel Fossati, considerado por todos como un santo, uno de los encarcelados con el padre Luis, quería entrar en la Congregación, pero no podía ser admitido porque era enfermo. Padre Luis jocosa y confidencialmente le dijo: ´¡Tú eres un cuervo que me asustas a todos mis frailes!`. Le decía así para no mortificarlo por motivo de su enfermedad. Este hecho me lo narró el mismo padre Luis.
Recuerdo que una vez, encontrándome en lo del barbero, oí narrar a un cierto Malgrati la historia de la prisión y los sucesos de la Compañía. Recordaba con énfasis los bellos tiempos de la juventud, cuando con el padre Luis se organizaban haciendo el bien, la Montina, etc., recordaba aún la oposición del párroco Caldera".
Egidio recuerda, luego, una bellísima confidencia de Padre Monti: "¿Qué valgo yo? No valgo nada, soy un pobre carpintero del cual el Señor se ha servido. No soy sacerdote; soy como Moisés que conduzco a mis hijos a la tierra prometida, también con respecto a la gracia del Sacerdocio: vendrá, estén seguros que vendrá; yo no lo veré, pero vendrá".
Al final Egidio testimonia cómo Padre Monti se relacionó con él y lo ayudó a superar un momento particular de su camino vocacional: "En octubre de 1895 tuve una grave crisis espiritual. Estaba resuelto a entrar en otra familia religiosa que tuviese el fin contemplativo. Estas eran mis ideas: ¡hacer vida muy retirada! Llorando, expuse mis dudas al Padre Luis que en los meses sucesivos me fue de guía: me aconsejó, alguna vez me reprendió, pero siempre como padre; conociendo demasiado bien el arte típico de un padre: cortar y curar. Por su premura logré superar esta crisis: se no hubiese estado él, yo no habría perseverado".