Testimonio de José Ronchi
11.09.2013 14:22
“Yo he visto al Siervo de Dios cuando venía a visitar a mi primo y mi abuelo, de los cuales era amigo. Entre ellos tenían largas charlas y algunas veces estaba presente también yo. Mi primo era su compañero y frecuentaban la Iglesia, formando parte del coro parroquial”.
José es un testigo singular, porque vive entre parientes que han tenido que ver con Padre Monti: “Se reunían en su casa para estudiar el catecismo, hacer buenas lecturas y cantar las sagradas alabanzas. Por esto fueron encarcelados y llevados a Desio. Mi padre me decía que durante el viaje continuaron cantando y permanecieron en prisión 72 días”.
José reporta una anotación interesante: “Después del nacimiento de la Congregación, en Roma, vino por tres o cuatro días a Bovisio, con la intención de construir una institución aquí en los alrededores. Después se decidió por adquirir la casa de Saronno”. La referencia es al interés presentado por Padre Monti por la posibilidad de abrir una obra hospitalaria en Tradate.
Pasando a describir la propia experiencia, José cuenta: “Por cuanto me decían mi padre y mi abuelo, el Siervo de Dios era verdaderamente un santo. De hecho su pensamiento estaba exclusivamente dirigido a hacer el bien de los chicos, a criarlos bien: sus conversaciones giraban todas en torno a este argumento. También a mí una vez, poniéndome la mano sobre la cabeza, me recomendó crecer bien y ser un buen joven. Yo entonces tenía 20 años y me parece sentir todavía su mano sobre la cabeza. Pero también a todos los jóvenes que encontraba él los atraía cerca suyo y les decía que sean buenos y virtuosos.
Era un hombre humilde, afable, caritativo con todos, simple, estaba con todos. También su aspecto externo era tal que atraía a todos: parecía verdaderamente un santo”.
Al final de su declaración, José anota todavía un detalle familiar: “Mi abuelo, mi padre, mi primo, lo consideraban un santo. También todos aquellos que lo conocían, tenían el mismo concepto. Yo no he sentido nunca a nadie que hubiese dudado de su santidad.
El Siervo de Dios es ahora considerado más que nunca un santo y su fama de santidad aumenta continuamente. Sé que muchos se llegan a su tumba para obtener gracias. Yo mismo tengo mucha veneración y lo considero como un santo y por tanto creo justo que sea beatificado”.